Desayuno con…Eurovisión y el idioma

Apenas habían transcurrido 5 años desde el final de la 2ª guerra mundial, cuando en 1.950 se funda con 23 miembros lo que conocemos como Unión Europea de Radiodifusión (UER). Tiempos difíciles y duros para una población diezmada por los efectos y consecuencias del cruel enfrentamiento. Se hacía necesario levantar el ánimo y abatimiento de los supervivientes. En 1.956, seis años después de su fundación, se celebraría el primer festival de Eurovisión. España debutaría en 1.961.

Considerado hoy en día como el festival más grande del mundo en audiencia, estimada en más de mil millones de espectadores potenciales, resulta un gran escaparate en el que mostrarse. En esta edición y por primera vez, podrá ser visto por algo más de cincuenta millones de estadounidenses, con importante presencia de hispanos, a tenor del canal que lo retrasmite. Algunos se quedarán ojipláticos al ver a la intérprete española y oír su canción en un idioma extraño y ajeno al español. Es evidente que la notoriedad e impacto de difusión del festival no parece cuestionable.

Con independencia de otros a análisis que pudieran hacerse, me centraré en el aspecto idiomático, en la lengua como patrimonio de un estado y sus habitantes, en este caso en el nuestro, España. Nuestra televisión pública, la que pagamos todos, de la mano de sus “sesudos” ejecutivos y después, deduzco, de un profundo análisis para fijar los objetivos a perseguir, han decidido que la canción que nos represente sea en el idioma de Willian Shakesperare, y con ello contribuir a rememorar los cuatrocientos años de su muerte. Gran escritor sin duda, pero de lengua inglesa. Un buen regalo para los hijos de la Gran Bretaña y su Reina madre, si no fuera que los 500.000€ aproximados que cuesta el sarao, somos los españoles que aún pagamos impuestos los que lo financiamos.

Por un momento, lo confieso, llegue a dudar de si el Sr. Shakespeare era de La Alcarria, del Campo de Criptana o del Toboso, pero pronto se disiparon mis dudas y despertó en mi un estupor que pronto derivaría en ira, y que me sacudía meciéndome como a una hoja en la ventisca otoñal. Multitud de cuestiones me asaltaban, alguna increpación también, mientras seguía sin entender una gestión tan estúpidamente irresponsable del patrimonio de todos. La lengua, el idioma, es de todos y su defensa nos compromete, nos obliga desde la ética a su conservación y difusión. ¿Cómo es posible que los directivos de RTVE, no eméritos precisamente, puedan dilapidar de forma tan gratuita una oportunidad como ésta?

¡Ay! Don Miguel, cuánto abunda aún en nuestra geografía la mezquindad intelectual. Si usted hubiera nacido en la campiña inglesa otro gallo le cantaría. ¿Cómo es posible que mientras “celebramos” el cuarto siglo de su muerte, estos botarates encorbatados en sus jaulas de oro, dispongan que nuestro escaso dinero se destine a honrar a su contemporáneo del norte? ¡Ay! Don Garcilaso, el inca, que también se fue con ellos dejándonos su preciado legado escrito en nuestra lengua, el castellano. Y estos, los estultos, sin enterarse. La estupidez irrita sobremanera, la indiferencia de una población casi siempre afligida por lo ajeno y ausente de lo propio, es como un cuchillo que se clava en el costado y duele profundamente, tanto, que por doler me duele hasta el aliento, que decía otro ilustre de nuestras letras, D. Miguel Hernández en su maravillosa Elegía a Ramón Sijé.

¿Alguien puede imaginarse la reacción de buena parte de nuestras gentes, si la canción elegida hubiera sido en cualquiera de las otras lenguas oficiales que enriquecen la cultura de nuestro país? A saber, gallego, catalán, euskera, o mallorquín, valenciano, aranés o simplemente nuestro moribundo leonés. ¿No hubieran surgido las voces de los “propietarios” de la patria, enarbolando las banderas de siempre? Esos que se irritan cerrilmente cuando de forma testimonial y breve, son utilizadas en el parlamento nacional. ¿Dónde están los sindicalistas incrustados plácidamente en el “noble” consejo de RTVE? Ellos siempre prestos a proclamar que RTVE es un medio público y que debe estar al servicio de todos los españoles, ¿Dónde están ahora? ¿Acaso la lengua no es un bien general a defender también por la televisión de todos?

¡Ay! D. Miguel, D. Garcilaso, cuanta estulticia anida en esta España que nos toca vivir. Como escribió con su lacerante pluma Perez Reverte, Arturo, “en este país ya no cabe un tonto más”. Tantos que me debato entre bajarme en la próxima estación, emular al Hidalgo y cabalgar lanza en ristre sobre los lomos huesudos de Rocinante o quizá ensoñarme una vez más con el recuerdo de la bella Dulcinea… Buenos días.

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