J.L.Baeza: IN MEMORIAN

Admirado José Luis:

Esta mañana de difuntos un viejo amigo de adolescencia, al que tú conoces sobradamente y al que llevabas a pasear en tus tiempos de lapsus creativo, me acaba de recordar tu trágico fallecimiento. Al alba y con la brisa oscura de la madrugada, en la que apenas contábamos 17 años, de aquel frío noviembre leonés del año 1971, tu cuerpo quedo roto y malherido sobre el asfalto. Yacía silente sobre el negro lecho de lo que conocíamos en tu pueblo y el mío como la carretera nacional. Una cruel embestida de una desconocida montura –que portaba a varios jinetes sin conciencia– sobre cuatro ruedas siniestras, te agredió entre las sombras de la noche cómplice. Otra muerte pendiente de aclaración y sobre la que poco o nada se investigó. Algo bastante habitual, por otra parte, en la oscura época en la que sucedió el mortal atropello.

Hoy 1 de noviembre, en el cincuenta aniversario de tu triste perdida, en la ciudad y la sociedad que tan magistralmente diseccionabas con tu acerada y veraz prosa, sigue el olvido y la deuda con lo que representó tu figura literaria y tu riqueza intelectual. Hasta donde yo conozco nunca fuiste santo de la devoción del poder emanante, otrora, en las oscuras sacristías, y que en la actualidad sigue residiendo en esos lugares inaccesibles para el común de los mortales. Desde esos nuevos “púlpitos” se sigue condimentando el lánguido discurrir de nuestra ciudad, mientras agoniza entre sus propios estertores rancios y caducos. Abandonaron la sotana pero siguen con los mismos hábitos.

En la admiración por tu figura, en los convulsos años de adolescencia en los que pude disfrutar de tus `retratos´ literarios, siempre tuve presente lo que representaba ser crítico en una sociedad adormilada y adormecida en las ubres del poder factico que nos tocó vivir, a ti especialmente. Y qué decir de tu capacidad para ver, desde esa mirada aventajada, lo que nadie más era capaz, ni siquiera, de intuir. Tu espíritu libre e imposible de doblegar a los dogmas imperantes te hizo libre, pero también muchas veces, demasiadas, incomprendido. 

Así cuando un 17 de abril de 1965 en uno de tus artículos describías con tu habitual nitidez y anticipación La Bañeza que paseabas a diario, ya apuntabas maneras de visionario aventajado, capaz de incomodar al poder omnímodo: 

Silencio. La Bañeza está enferma. Entren de puntillas, con silenciosos pasos de ballet. La Bañeza tiene un mal incurable. Disfrazamos la realidad. El cáncer está a la vista aunque usemos la careta de gastropatía, evitando la expresión brutal […] Movilícense las manos que trabajan, las que acarician, las que cuidan del enfermo, de las flores, de los animales. También las manos que abofetean. Todas Unidas en el aplauso. La Bañeza: Levántate. (Baeza 1965, 24-25).

Añadiendo unos meses más adelante, en el mismo año 1965, un diagnostico que cobra plena actualidad hoy, 50 años después de tu trágica desaparición: 

La Bañeza fue un buen partido. Muchos galanes rondaron a su lado. Bañeza, ayer mimada, rica, envidiada. Bañeza hoy, huérfana, desamparada, sola. Descansando, durmiendo, muriendo. «¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad antes tan populosa!», diría Jeremías en sus lamentaciones sobre Jerusalén que yo traspaso a La Bañeza. « Todos aquellos que la elogiaban la han despreciado». Baeza 1965, 31-33).

De tu amor por la ciudad que te vio nacer nadie debiera dudar, si bien esas figuras que eran diana de tus doctos dardos cargados de razones y argumentos, siempre sembraron y alentaron versiones sobre tu figura que nada tenía que ver con tu ilustrada actividad. Esos mismos, desde las descendencias genéticas arribadas, mantienen el mutismo y vergonzante silencio hacia el reconocimiento que tu obra de libre pensador requiere y en justicia merece. Como bien apuntas en el siguiente párrafo extraído de tu articulo “El disparate Ilustrado” escribir era y es una actividad de riesgo y nadie mejor que tu para dar fe de ello, cuando dices:

Quisiera, quisiera… imaginar el destino donde enviar estos desatinos; periódico diario o revista. ¿Salón o barbería? Para ganar unas pesetillas, sin triunfo difícil, sin fracaso fácil, ¿es posible escribir lo que escribo? Perdóname, Campoamor: quien no supiera escribir… (Baeza, 1971, 325).

Allá donde estés, José Luis, espero encontrarte algún día, ojalá discurran muchos años aún, para como decía mi admirado poeta Miguel Hernández, podamos poner en práctica aquello que le dedico a su amigo Ramón Sijé en su conocida elegía: 

a las aladas almas de las rosas / del almendro de nata te requiero / que tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma / compañero. ( El rayo que no cesa, 1936)

Un abrazo bañezano en la distancia, 

1 de noviembre de 2021

Baeza José Luis. 1990. “In memorian”. Ayto. de La Bañeza. Leon.

Imagen de Manuel Angel en portada de IN MEMORIAN

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