Desayuno con… la plaza, el grano y la paja

De leoneses, vasallos, siervos y feudalismo, parece necesario y sobre todo conveniente hablar en estos momentos, en los que una silla de cierto pelo, rojo tal vez, parece haber nublado la razón de quien debiendo abrir los ojos y sobre todo los oídos, hace mutis por el foro. Siempre ha sido tarea fundamental poder y saber separar el grano de la paja. Que aplicado a otros ordenes más allá del relacionado con la cosecha del cereal, viene a querer decir,  centrarse en lo sustancial obviando y relegando lo accesorio y superficial.

Abordar los asuntos de enjundia con inteligencia, generosidad y abundantes dosis de humildad es siempre saludable y necesario. Cuando las cuestiones a tratar entran en el campo de lo público y general, lo anteriormente citado es sobre todo un mandamiento vinculante. No afinan bien los instrumentos que toscamente tratan de hacer sonar los inefables inquilinos de lo público, en nuestra diputación y ahora en el ayuntamiento de la capital. Los unos con torticeros repartos de prebendas en forma de parques de bomberos, los otros queriendo hacernos comer la paja en lugar del grano.

Cuando desde la distancia se divisan en el horizonte algunos ejercicios de poder por parte de los responsables de las dos principales instituciones citadas, la sensación de que seguimos en el medievo resulta inevitable. Entonces los siervos callaban y obedecían, prestando pleitesía a sus vasallos y al señor feudal. Hoy, éstos también, pretenden  seguir activando con el dinero de los primeros los poderes facticos a su alcance para intentar acallar los gritos que ya no pueden parar. De nada parece haber servido, que nuestra tierra fuera la primera en el mundo occidental conocido, en crear un sistema parlamentario abierto y participativo allá por los albores del siglo XI, ni que seamos conocidos por la historia como la cuna del parlamentarismo. En lugar de hacer pedagogía e invertir tiempo y sobre todo talante, explicando a diestra y siniestra las medidas que se pretenden aplicar para restaurar que no reformar un monumento arqueológico único, desde el palacio feudal envían a las tropas uniformadas a dejar constancia de quién manda en la zona. Otro despropósito que viene a demostrar una vez más que el usuario, que no dueño, del sillón consistorial capitalino, no ha sido capaz de separar el grano de la paja.

Resulta indignante leer la editorial que publicaba hace nos días el medio de prensa más longevo de nuestra provincia. Editorial que representa la línea ideológica del periódico y a su director o consejo de redacción, equivocándose una vez más en su delirante y onírico comentario para como siempre ponerse al lado del dinero del feudal señor. A él y al ritmo de los tambores de la silla consistorial, le siguen otros tabloides más nuevos, en forma de crónica. Medios de prensa  alimentados por algunos plumillas adocenados que flaco favor aportan a tan noble profesión que sin duda vivió momentos de mayor lustre y respeto. Si añadimos a otros grupos de poder acumulado quizá ilegítimamente, como el colegio de arquitectos de León, completamos el cuadro. Éstos últimos ahora, queriendo erigirse en eficaces guardianes de los contratos públicos, que no del patrimonio arquitectónico y urbanístico, sobre el que ya conocemos su actuación y protección anterior. Por cierto y a ustedes ¿quién los ha elegido para tal menester? Ustedes que han permanecido silentes sine die ante el abandono y la falta de conservación de la plaza del grano, pretenden motu proprio aportar su consabido “rigor” en defensa de la ética constructiva. ¿A quien representan o pretenden representar?. No me respondan, en el fondo es una pregunta retórica, ya saben de las que no requieren respuesta.

Resulta hilarante leer y escuchar algunos argumentos utilizados para tratar de imponer una decisión que no se sustenta en lo veraz y en la razón y que por encima de otras cuestiones no es respetuosa con la restauración de un lugar tan emblemático como la plaza del grano. Apelar a elementos de movilidad y su adaptación a la normativa vigente es cuando menos un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Podríamos contar cientos si no miles de supuestos de incumplimientos de la citada ley en la capital y provincia, incluso en lugares públicos, lo que resulta más hiriente aún. Utilizar al colectivo de movilidad reducida o referirse a la calidad y nivel intelectual de los que opinan y se manifiestan en contra de los intereses municipales y sus “aliados” es ruin y deleznable. Aderezado todo ello de un hedor pestilente evocador de viejos tiempos felizmente desterrados.. Hacerlo como argumento para defender una obra que destruye un patrimonio de siglos de antigüedad, muestra una bajeza moral y una falta de ética propios de intelectos depravados.

De estos desmanes y otros, algo tristemente conocemos en nuestra ciudad de La Bañeza. A los que ya nos blanquean las sienes o simplemente nos brilla, no se nos puede olvidar la lista de edificios que debieran seguir dando sombra y lustre a lugares emblemáticos de nuestra ciudad y de los que nos privó para siempre la piqueta especulativa y paleta de algunos ínclitos mandatarios, de cuyos nombres, emulando a Don Miguel de Cervantes y su Quijote, no quiero acordarme.

Lo dicho Sr. Silvan, alcalde electo de la capital, busque en el diccionario la diferencia entre reformar y restaurar y seguro que terminará entendiendo que puede usted jugar con la paja meciéndola al viento si le place, pero con el grano no se juega, aunque sea una plaza.

Buenos días…

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