Desayuno con…llamaradas de incompetencia

Ocurrió un lunes de finales de agosto. Languidecían los rayos solares, a punto de ocultarse tras el monte que nos guía y orienta en el horizonte, en esta nuestra meseta leonesa. Tilenus o Teleno fuiste testigo inerte y silente. Doliente por ver cómo la belleza de tus laderas, otrora verdes y floridas, se tornaron de color negro envolviendo la muerte generada en tus entrañas. Lo que debiera haber sido una noche más, a la espera de un nuevo amanecer, se tornó en tragedia. El fuego y la desolación llenaron los caminos, veredas y regatos, ahogando la vida que aún sonreía ante el final próximo del seco verano. Demasiado seco.

Las llamaradas asesinas pronto acechan pueblos y aldeas. Tocan las campanas de las iglesias desiertas a arrebato, y paisanos cargados de achaques y años se enfrentan en medio de la noche callada, solos con su temor, con gestos de dolor, impotentes ante la magnitud de lo que sus cansados ojos contemplan. Miraban sin ver, entre el humo que les ahoga, como se muere la tierra en la que nacieron, entre el crepitar de las lumbres que alguien prendió. Abandonados por la historia y los que la escriben y deciden, olvidados desde siempre y quizá hasta nunca. Entretanto unas lágrimas doloridas surcan sus mejillas holladas por el paso del tiempo entre  olvidos e injusticias.

Doce horas, alguien apunta incluso catorce, transcurrieron hasta que al fin los medios que financiamos entre todos, ellos también, se acercaron a la zona siniestrada. Incendio provocado por las manos de uno o varios locos, tal vez cuerdos, vaya usted a saber. Pero más allá de los autores materiales, alimañas rastreras de la peor calaña, aquí hay más responsables, indirectos si se quiere, pero responsables. Detrás de los –contratados– de la cerilla, hay autores intelectuales que presuntamente programaron estos actos terroristas. Permítanme una pregunta retórica: ¿conocen ustedes noticias de algún detenido, imputado y condenado por terrorismo ecológico o medio ambiental?

Ni quiero ni puedo olvidarme de los responsables administrativos y políticos. Ellos con  su indolencia crónica han contribuido de forma negligente con la tragedia ocurrida. Suya es la responsabilidad de arbitrar medidas preventivas tendentes a evitar estos desastres irreparables. La lista de ineptitudes demostrada es amplia y ha de iniciarse por el Sr. Martínez “malo”, perdón, Majo, presidente de la Diputación de León. Él es el primer responsable, junto a su ilustre ejercito de técnicos, de haber implantado la red de parques de bomberos que anunciaron a bombo y periódicos serviles, hace más de un año. Con independencia de la arbitrariedad de su reparto, no se conoce nada nuevo al respecto.

El Sr. Herrera, el de la foto de la Cabrera, que junto a los “palmeros”  que le ovacionan en su Junta de Castilla que no León, sigue empecinado en negarse a defender la vida de nuestros territorios, la vida del Viejo Reino de León. Escuchar sus declaraciones recientes en el “pesebre” en el que pastan y abrevan con nuestros dineros, resulta vomitivo. Si a ello le unimos las realizadas por su consejero Sr. Suarez-Quiñones, el efecto puede requerir tratamiento clínico. Ustedes, ambos dos, siguen defendiendo la incompetencia y la indolencia como atributos de su mal hacer. El cinismo de uno y la prepotencia del otro, no auguran nada bueno para el futuro de nuestros territorios leoneses, a los que aplican un tratamiento más propio de la época feudal o caciquil, a la que son tan proclives, que la propia de estos tiempos del siglo XXI en el que vivimos.

Pónganse a trabajar, ya es hora de ello. Háganlo en beneficio de los administrados y olvídense por un momento de seguir defendiendo los oscuros intereses, de los selectos grupos para los que parecen gobernar. Le sugiero que usted y las consejerías que forman el chiringuito del Pisuerga, dediquen el tiempo y los recursos a intentar paliar el daño generado a nuestras tierras abrasadas, que no supieron evitar. Solamente tienen ocho meses hasta las próximas elecciones para intentar apagar la indignación y el rechazo creciente de los olvidados de este Viejo Reino, al que nunca han pertenecido y que nunca les pertenecerá. ¡Ojalá perdure por los tiempos en la memoria de nuestras gentes lo ocurrido y quienes han sido sus responsables! Los pueblos que olvidan su pasado tienden a repetirlo.

Como deduzco por sus actos Sr. Herrera, que de memoria no anda muy sobrado, le dejo escritas estas doloridas reflexiones:

¿quién devuelve a estas tierras abrasadas por la desidia, la ganadería de la que vivían y las praderas y pastos con las que alimentar a los escasos animales que han sobrevivido?

– ¿cómo retornará el turismo a contemplar nuestros montes y laderas y la fauna que los habitaba; zorros, corzos, jabalíes, lobos, etc.?

– ¿Cómo y con cuántos recursos económicos se van a dotar las infraestructuras que necesitan estas comarcas y que nunca han tenido?

Con ánimo de colaborar a la búsqueda de los recursos, a lo que sin duda alguna alegarán que son escasos, me permito sugerirles dos acciones por las que ayudar a la búsqueda de los mismos:

– vendan la falsa Tizona por la que pagaron 1,6 millones de €, que no deja de ser una vulgar imitación, cuyo valor real apenas alcanzaría una décima parte de lo despilfarrado por ustedes. Con ello, además, repararan una de las decisiones políticas más indecentes de nuestra reciente historia. Todo apunta que con este asunto, al despreciar los informes previos a la estulta compra, del propio ministerio de cultura del gobierno de España, presuntamente rozaron la prevaricación.

– También pueden anular la subvención oscura y oculta que entregan a sus colegas de la fundación Villalar. Creada a imagen y semejanza de los herederos de un supuesto caballero llamado Cid con su falsa y cara Tizona en ristre. Importe que se niegan reiteradamente a hacer público en las cortes de su Castilla, incumpliendo la ley de transparencia referida a los dineros de todos y que pudiera alcanzar los 2 millones de€.

Estas cuestiones y otras más, yo se las escribo en castellano, ellos, los paisanos, lo harían en cabreirés. Ya sé que usted no conoce, ni de oídas, esta hermosa variante de la llingua llionesa, a la que su desgobierno desprecia sobre manera, hasta el punto de incumplir la ley que emana del propio estatuto y que les obliga a protegerla.

Sr. Herrera, pasará usted a la historia de estas comarcas leonesas. Su comportamiento y el de los que le acompañan han dejado al descubierto, ideológicamente hablando, una vez más su origen genético. Origen que recuerda en demasía, al que comandaba un pequeño general de infausto recuerdo, que nos tuvo prisioneros bajo su dictadura cerca de 40 años. Él, el general, consiguió hacernos callar a todos y también a estos paisanos, usted y sus adláteres, además los ha hecho llorar…buenos y bañezanos días.