Desayuno con…»siempre que ha llovido, ha escampado»

El calendario apunta que la primavera está al alcance de la mano aunque la climatológica aún diste bastante en llegar. Retraso que se da especialmente por estos lares del viejo Reino de León, que no Castilla. Es el momento de hacer inventario de las lluvias caídas sobre los sedientos e inertes campos. Con ello se abre el debate y toma vida el sabio y amplio refranero español. De entre los muchos que pudiera citarse, hoy por diferentes razones seleccionaré estos dos: “nunca llueve a gusto de todos” o “siempre que llueve, escampa” si bien podrían mencionarse otros muchos.

Al margen de lo estrictamente meteorológico y agrícola, como todos los refranes, éstos también, son susceptibles de varias interpretaciones. El segundo de ellos, viene a decirnos que después de la tempestad siempre llega la calma, o que a tiempos convulsos le siguen periodos de sosiego y tranquilidad.

En los meses anteriores al periodo navideño se sucedieron una serie de hechos, que afectaron tristemente a una de las entidades más queridas por los bañezanos y gentes de la comarca. Hechos que generaron una convulsión innecesaria e injustificable, desde la óptica de los ciudadanos que se vieron envueltos en una situación repudiable a todas luces. Situación provocada por aquellos que primaron lo particular en detrimento de lo general o lo público.

Con la llegada de la primavera, la naturaleza nos obsequia de nuevo con el rebrotar de la vida en los campos, llenando de una paleta multicolor los paisajes que nos rodean. También los árboles retoman su actividad con el surgir de hojas nuevas en las que cobijar a las pequeñas aves que con sus trinos y cantos ponen la nota musical en nuestros parques y jardines.

Afortunadamente la actividad de grupos de todo tipo enriquecen de forma altruista la vida cultural, social y deportiva de nuestra ciudad. Hoy hablaré del nacimiento de un nuevo colectivo de voluntarios generosos, dispuestos a entregar su tiempo en el desarrollo de una afición y la de toda una comarca, al servicio de la ciudad y de sus vecinos. En su ADN figura de forma nítida el concepto de primar el bien general y el servicio a lo público, por encima de intereses personales más o menos espurios a los que otros, unos pocos, son tan afines.

Ardua y dura tarea tienen por delante, en la que desgraciadamente tendrán que destinar muchas de sus energías a combatir la “burrocracia” de entes opacos, que manejados por algún Abundio en las riberas del Pisuerga, alentado por sus compinches de otras riberas, no tendrán  empacho en torpedear, dentro su habitual atmosfera irrespirable, toda iniciativa que comprometa la tutela y provecho de su chiringuito o cortijo.

Esta nueva asociación de bañezanos comprometidos, inicia su ambicioso plan de actividades programadas para este año 2017, con el primer Urban Race La Bañeza que se desarrollará el próximo domingo día de San José, en el mítico circuito de las “amotos”. En esta ocasión serán los coches los que rugan y pongan la emoción , para los muchos aficionados que la acompañen. Por lo que me llega desde la distancia, esta nueva asociación constituida por aficionados entusiastas del motor,  cuenta con un ambicioso plan de actividades en los que prevén desarrollar hasta cinco eventos antes de finalizar el mes de septiembre. Entre ellos destaca especialmente uno, sorprendente y novedoso, con gran nivel y prestigio en el mundo de las “amotos” y del que ni puedo ni estoy autorizado a dar más detalles por el momento.

Es evidente que les hablo del nuevo Club Bañeza Motor, con el que las “amotos” ya tienen un seguro y fiable valedor con el que se garantiza su continuidad y actividad relacionada con el motor, en nuestra ciudad. Así, perdurara y se proyectara en el futuro la obra que iniciaron en el 54 unos pocos y adorables “chalaos” y que algunos quisieron poner en peligro de forma irresponsable. Todo ello al margen de órdagos absurdos, ensoñaciones y milongas, que son las que han llovido hasta ahora. Ya lo dice el refranero, “siempre que llueve, escampa” y el horizonte se presenta limpio y despejado, eso sí con mucho ruido de motores corriendo por nuestras calles…

Buenos y bañezanos días.

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Desayuno con…miércoles de ceniza:principio o final

Recién finalizada la mayor manifestación de jolgorio pagano conocido, el carnaval, ya estamos inmersos de nuevo en lo que la Iglesia católica denomina como tiempo de cuaresma. Cuando aún humean las brasas de la inocente sardina, sacrificada ante las masas que compungidas lloran su muerte dando así por finalizado el bullicio, nos amenazan con la oscuridad, abstinencia y penitencia. Solo será una pausa más o menos dilatada para seguir con la irreverente y hereje fiesta, como bien podría enunciar algún clérigo anclado en las doctrinas de un tal Agustín al que luego harían santo; toda una joya de la época. Con él empezó el dominio de la oscuridad sobre la luz, y una dilatada batalla en el tiempo por el dominio de la fe sobre la razón. A modo de recordatorio mencionar su teoría en los albores del siglo IV sobre : “la fe ilumina la razón” y “ creer para entender”.

Apenas apagadas las ascuas y sin descanso posible se aprestaban en los templos para marcar a sus descarriados asiduos con la ceniza en sus frentes despejadas. Una señal que aseguraban, los iniciaba y envolvía en el recogimiento de las abstinencias y bulas, que con tanta asiduidad manejaban los usuarios de la sotana real o imaginaria. De ellos era la prerrogativa exclusiva de llamar a cumplir la penitencia impuesta, nunca mejor dicho, por los pastores de la vida eclesiástica del momento.

Cuarenta días en los que era obligado el recogimiento y contención, prohibiciones incluidas, entre otras la de no consumir carne los viernes. Desconozco cuál era la causa de cargar sobre la antesala del fin de semana tal desatino. Por cada prohibición siempre existía la pertinente gracia pontificia. En el fondo se trataba de poner dinero sobre la mesa del párroco de turno en las poderosas y oscuras sacristías de la época.  Con ello se compraba la dispensa al precio que fijara tan insigne representante de la clerical institución. Hecho el trato, los que podían permitirse tal dispendio, quedaban liberados para comer ternero o jato que decimos en nuestro viejo reino. A los pobres sin recursos apenas para sobrevivir, la mayoría, les tocaba abstinencia o directamente hambre. Sin dineros con los que comprar el perdón de los clérigos vigilantes, a pan y agua como comida frugal que preparaba el espíritu para el periodo de la expiación impuesta. Flagelo que algunos de los propios y orondos vigilantes, demasiados, atentos a las colmadas mesas del poder, no cumplían.

Antes y ahora también, el alineamiento con los tenedores del dinero y poder, fue y sigue siendo una línea de conducta de la santa institución. Con ello, contravenían gravemente la esencia del mensaje que atribuyen a su propio Mesías. El citado cambalache de la sacristía servía también como signo de poder, de los que teniendo a su alcance la fortuna de unas pesetas, hacían ostentación de la misma ante la indigencia de la mayoría. Una buena forma de llegar hasta nuestros días haciendo su peculiar carnaval ataviados con sus característicos y exclusivos disfraces.

Hace unas fechas preguntaba a unos amigos adictos y confesos carnavaleros: ¿este año de qué os vais a disfrazar? Ellos sonriendo irónicamente y compartiendo complicidad respondieron casi al unísono: ¡este año nos quitaremos el disfraz, para simplemente ser nosotros! mientras se alejan cantando ¡viva el carnaval!

Ya en la soleada y fría mañana del miércoles de ceniza, paseando por la calle del Reloj en dirección a la plaza Mayor, entre los restos del desenfreno recién apagado, escucho el eco imaginario desde el interior del templo. En él van perfilando la cruz de la ceniza, sobre la testa de los arrepentidos al compás de la premonitoria frase:  –recuerda que eres polvo y al polvo volverás

Impresionado por la profundidad y calado del epíteto escuchado, continuo mi deambular por Manuel Diz, inmerso en el debate de tener que optar entre el final reciente que representa la humilde e inocente sardina o la ceniza polvorienta con la que iniciar el largo periodo penitencial. Principio o final, todo un dilema. No parece que deba tener dudas sobre la elección a tomar y recordando el grito de mis amigos carnavaleros yo también repito: ¡Viva el Carnaval!

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